RACER X: LA HISTORIA DE RAFAEL ESTEVEZ, UN DOMINICANO QUE INSPIRO FAST AND FURIOUS

19 March 2015
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Todos ya conocemos la franquicia de Fast & Furious y como se convirtió en una exitosa serie de películas que ha hecho famosos a actores como Vin Diesel y Paul Walker. En el 2001 la primera película trato del mundo, aunque un poco exagerado, de las carreras callejeras pero en los últimos años ha ido cambiado su trama a ser solo películas de acción con autos rápidos.

Lo que muy pocas personas saben es que el concepto de The Fast & The Furious esta inspirado en un articulo llamado RACER X de la revista VIBE y escrito por Ken Li, el articulo trata de la vida del Dominicano Rafael Estevez, quien era un “gangster” de las carreras callejeras en New York en aquella época.

Rafael “Ralphy” Estevez junto a su empresa DRT Racing (fundada en 1997) se ha convertido en uno de los Dominicanos mas sobresalientes de todo Estados Unidos en la escena del Sport Compact Drag Racing y autos modificados en general. En nuestro país trabaja con equipos como Leroux Racing, Mecafast, Madera Drift, entre otros.

Esta es una entrevista realizada por VIBE Magazine para reunir a el autor del articulo Racer X y a Rafael Estevez.
 

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Siéntense tranquilos y disfruten de una gran parte del articulo original traducido por un servidor:

“Estevez lidera una nueva generación de jóvenes sin miedo que queman el asfalto de las calles de Nueva York y las pistas de carreras en sus autos japoneses modificados.

En el atardecer, se adueñan de las calles. Rugiendo y zumbando en manada, sus autos se arrastran por el asfalto con grandes wings traseros y stickers brillantes que se fusionan con las calles laterales de la parte alta de Manhattan en la ya congestionado de autos Henry Hudson Parkway. Zigzagueando de un lado a otro como go-karts con complejo de jets, se detienen en una parada, bloqueando tres carriles de autos en preparación para la infame carrera a la milla y media.

Un Nissan 300ZX negro y un Mitsubishi Starion blanco salen del grupo y van lentamente a la linea. Mientras el sol baila con el río cercano, el sonido de las bocinas de los autos y los demás conductores gritando se ahoga por la explosión sonica del sonido de los motores acelerando antes del despegue. Un fornido latino con tshirt amarillo brillante esta en medio de “la pista” y levanta sus manos. Ambos autos se sacuden y se detienen como pitbulls encadenados, sus escapes escupen un humo negro. Las manos caen.

10 MPH: Desde la salida, el Nissan sale adelante con un auto de distancia.
40 MPH: Aun en primera, el piloto cambia rápidamente a segunda marcha, su cabeza se agita hacia atrás. Las gomas hacen un breve chillido.
100 MPH: El Starion se acerca. Hay un momento de vacilación donde parece que el Nissan podría perder. Esto solo dura una centésima de segundo.
160 MPH: Apretando los dientes, el hombre detrás del volante del Nissan comienza a temblar por la velocidad; su visión se torna borrosa. El no ve el Starion acercarse.
Cruzando la linea de meta, el piloto del Nissan, Rafael Estevez, gana por auto de distancia. En menos de un minuto, el joven en el Mitsubishi había perdido $7,500 dolares. Lleno de confianza, Estevez lo desafía inmediatamente por 2.500 dólares y le ofrece una ventaja de 18 coches y le gana denuevo.

Estevez, un Dominicano corredor de dragueo de Washington Heights, es considerado un gangster entre una creciente legión de jóvenes adictos a la velocidad que aterrorizan los callejones, carreteras, y las pistas de carreras alrededor de la ciudad de Nueva York.

El frenesí de las carreras de dragueo urbanas, inicio a principio de los 90s por un grupo muy unido de jóvenes de origen asiático en el sur de California y ahora es muy activo en la costa este. Los cientos de jóvenes que se agrupan en los lugares mas activos de New York como el Francis Lewis Boulevard en Queens y la Fountain Avenue en Brooklyn cada fin de semana son un plurilingüe urbano de Puertoriqueños, Dominicanos, Chinos, Filipinos, Jamaiquinos, Italianos y otros grupos étnicos que solo tienen una cosa en común: Aman la sensación de ir a toda velocidad, el sonido del metal y el caucho que se produce al conducir a velocidades peligrosas en la jungla de concreto.

Los hombres jóvenes siempre han estado fascinados con ajustar y modificar los big block Chevys y Mustangs desde los días de “Rebeldes sin causa”. Pero los nuevos no estaban deacuerdo con conducir Muscle Cars de antaño. En cambio estan modificando autos japoneses de bajo presupuesto como los Honda Civic y Acura Integra, tatuandolas como los skateboards con stickers de piezas Neuspeed y Greedy en los bumpers. Al modificar los motores, agregan superchargers y el uso de nitro, pueden salir disparados en cualquier semaforo y hacerlo con un “rice burner” que sus madres deberían conducir es algo arrogante.

“Otras personas sienten emoción al usar drogas o lo que sea. La velocidad nos excita”, pocos como Estevez saben lo que se siente. Con 6 pies de altura, hombros caídos y saludable, el escribe sus propias reglas. Olvídate del valor, compasión, honor; en su libro eso es sinónimo de llegar segundo.

“La gente dice que hago trampa siempre”, explica Estevez, y una gran sonrisa aparece en su rostro.
“Ellos dicen que me salto el arranque, que hago esto, que hago lo otro. El dragueo es una guerra. Si traes un cuchillo y yo traigo una ametralladora, estas muerto. Es todo.”

Regla callejera #1: Acelera antes que las manos bajen.
“Cada vez que alguien va a arrancar, siempre hace algo con el cuerpo” dice Estevez.
“Justo antes de soltar el clucth, usualmente se inclinan adelante. Yo no miro a quien da la arrancada (el que esta entre los dos autos). Yo solo espero que la otra persona se mueva y me aseguro de arrancar antes que el”.

Juan J. Sanchez, compañero de carreras de Estevez desde hace 16 años, lo describe como una persona imbatible.
“La mitad de la carrera es psicología, y el esta mentalmente preparado” dice Sanchez. “

Desde niño creciendo en Washington heights, Estevez recuerda estar paralizado frente a la TV cada semana para ver los Dukes de Hazzard.
“Los Dukes hacían muchas acrobacias, volaban por el aire y siempre eran perseguidos por la policía”, recordaba.
“La mejor parte era que siempre escapaban”. Las fantasías de Estevez de escaparse de ley se harían realidad cuando descubriría “La Pista” entre la 190 y Amsterdam Avenue, en el alto Manhattan.

En muchas húmedas noches de verano entre las luces color caramelo de las bodegas y el sonido del merengue y el hip-hop, un joven Estevez venia a estudiar la técnica de los mejores veteranos.
“El tipo Carlitos, olvidalo” dice Estevez, con ambos brazos haciendo un gesto de derrota. “Siempre queriamos correr con el”
Estevez siempre estaba allí por horas cada noche del fin de semana, tomando notas mentales de como Carlitos movía su cuerpo antes de arrancar, su mirada en un punto muerto, su risa gatuna. Se convirtió en una lista de cosas por hacer. Carlitos dejo de correr antes que Estevez pudiera desafiarlo. En su lugar, Estevez corrió con sus discípulos en una pista detrás del Shea Stadium.

Su primer auto fue un auto para “ir al supermercado”, un Datsun 510 naranja del 1972 el cual armo y desarmo cientos de veces para hacerlo mas rápido. Cuando cumplió 16, Estevez dejo la escuela y dedico todo su tiempo a los autos. Trabajo en diferentes talleres, puliendo sus habilidades con los autos de otras personas. Todo su dinero iba directo a su propia maquina. Constantemente reconstruía su auto, forjando su reputación cada vez que vencía a otro amigo. Esa fue la era dorada de la carreras callejeras, cuando las apuestas subían y las reputaciones caían en un abrir y cerrar de ojos, pero la policía comenzó a tomar medidas en el asunto.

“Es un problema real” dijo el jefe de la policía de Nueva York Michael Ansbro, quien presencio a los corredores cerrar las calles para sus carrera a la milla en el Henry Hudson freeway.

“No podía creerlo, cuantas personas iban cruzándose dentro y afuera del trafico. Yo iba a 60 y cuando menos lo pensabas, ellos pasaban volando por mi lado.”
El verano pasado, en una operación conjunta con la policía de carretera y the local 24th Precinct dirigieron su atención a las carreras ilegales en la 190 y Amsterdam. Entre Julio y Diciembre de 1997, la policía había puesto 310 multas por velocidad y 150 citaciones por diferentes violaciones. Ahora, un auto de la policía sin identificación trabaja junto a otro identificado para atrapar a los demonios en la Henry Hudson.

Estevez y el grupo siempre jugaban al gato y el ratón con la policía.
“Yo hago lo que sea para escaparme de la policía” dice Estevez, quien ha sido perseguido en mas de una ocasión.
“Trato de no ir a la cárcel”. En el ultimo año, los corredores callejeros han encontrado nuevos “drag spots”, pero ellos también han comenzado a correr en las pistas oficiales de New Jersey y Long Insland para probar su temple. Para correr contra las pizarras de tiempo digital, entre una gran multitud de fanáticos de autos domésticos (Camaros y Mustangs), no se necesita licencia especial en la entrada, pasas por la inspección técnica y estas listo para correr.

Pegado en la puerta de la nevera amarillenta de Estevez, un cartel dice: DRAG WARS: PRIMER DRAGUEO IMPORT CALLEJERO DEL TRISTATE. Hay mucho en juego. Mucho dinero de grandes patrocinadores como Penzoil y HKS USA, revistas de autos Turbo y Super Street y cientos de espectadores que vienen de las calles se darán cita en Atco Raceway en New Jersey.

A dos meses de la gran competencia, los chicos de Speed and Sound, un tunner shop en Yonkers, modifican sin parar la Civic ’92 de Estevez. La transformación es increíble. El motor de fabrica es cambiado por un motor de Integra GSR color granito. Unos tubos grandes de color plata llamados headers dan vueltas alrededor de la parte delantera del motor. Su trabajo es, junto a los turbos del tamaño de una pelota de softball asfixiar el frente del GSR, para dramáticamente aumentar su potencia.

Justo solo tres días antes del evento, todo comienza a salir mal. Estevez es llevado de emergencia al hospital y debe ser operado de apendicitis. Esa misma tarde, esta devuelta al taller masajeandose sus vendas mientras lentamente cojea alrededor del auto para verificar todo. En el gran día, la grúa que llevaría el auto nunca llego. El auto también esta actuando extraño. La computadora del turbo que esta montada en el tablero se despega cada vez que el Civic arranca.
“Yo solo espero no romper nada”. dice Estevez con sus dedos cruzados, sin saber si se refiere a el o al auto. Lo conduce a la pista en New Jersey.

Es una mañana nublada con temperaturas en los 70s, un día perfecto para correr. En su primera carrera del día, Estevez marca un tiempo de 12.02 segundos al cuarto de milla. Un numero respetable para un amateur, pero no hay problemas.

En la segunda corrida del día para Estevez, sucede!.
Las luces de navidad del semáforo comienzan a bajar: Amarillo, Amarillo, Amarillo…
Sus gomas están chillando atrapadas por los discos de freno.
VERDE, acelerador a fondo.
El auto sale disparado y desaparece en el horizonte.
Once-punto-tres-seis segundos después, Estevez hace historia, convirtiéndose en el Honda mas rápido de toda la costa Este.

Cinco mil fanáticos sentados en las gradas saltan rugiendo en la primera ovación de pie de todo el día. Estevez no rompió el récord Californiano para un Honda de 10.61 segundos, pero a diferencia de los autos completamente de carreras y remolcados del Oeste, su auto llego rodando a la pista y con prácticamente todo de fabrica, desde vidrios hasta el interior.

Devuelta en la carpa de Estevez, representantes de la industria automotriz y reporteros hacían filas para estrechar su mano. Acuerdos de patrocinio lucrativos pagarán ahora por las piezas que necesita para seguir compitiendo en las pistas de toda la costa este; y tal vez, si Estevez tiene suerte, podrá ir a California, donde los grandes lo estarán esperando para competir contra el.

Con ojos llorosos puede ver los primeros destellos de crecimiento para una profesión legal de competir en un deporte cargado de adrenalina, el Import Drag Racing. “Dije que lo haría, y así lo hice”, dice un Estevez muy orgulloso.

Unos días después, Estevez va en su Civic va por la Henry Hudson Parkway a lo largo del brillante paisaje nocturno de Nueva Jersey, mientras acelera su auto con el cual logro el récord, la cabina retumba con la intensidad de una ametralladora Gatling.
Sobre el sonido, silbido, y el silbar del motor, el grita, “Escuchas ese fallo?”, y piensa una lista de posibles problemas.
“Eso solo puede ser una cosa. Los headers estan liqueando. Necesitamos soldar un diferencial para poner mas power en el suelo y re-programar la computadora”.
“Cada vez que encuentro un problema con el auto, me hace mas feliz”, el agrega.
“Cuando lo arregle, solo quiere decir que iré aun mas rápido”.

Sus ojos están a media asta, asintiendo con la cabeza de vez en cuando como si estuviera estudiando lo que el auto tiene que decirle. Para Estevez, no es una competencia entre corredores, lo que realmente importa es el abstracto dialogo entre el alma del piloto y su maquina.

Curiosamente, con el tablero improvisado abarrotado de medidores diciéndole todo, desde la temperatura del agua a la mezcla de combustible, hace falta una cosa fundamental: un velocímetro.

Pero existe una buena razón, “Si sabes que tan rápido vas”, dice Estevez, nuevamente poniendo el acelerador a fondo, “Dejaras de acelerar”.”

RACER X por Ken Li (Revista VIBE)

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La revista Vibe recientemente reunió a Ralphy y a Ken Li para una entrevista, pero aun no esta disponible.

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Tengo ya varios años conociendo a Ralphy y nunca me comento de esto, hace unos 6 años en los talleres de Mecafast alguien me hizo el comentario de que Ralphy era Racer X  y gracias al internet conocí la historia.

Aunque ya existen muchos artículos de revistas que han inspirado películas, me sorprendente que luego de casi 14 años del estreno de The Fast & Furious, muy poca gente sepa de que Dominic Toretto, el RACER X,  es realmente un Dominicano!!!!!

Efrain

fuente: VIBE.

Los autos son una pasión que descubrí durante los años 90, desde entonces junto a la fotografía he logrado muchas cosas y creado grandes amistades. Autos + Fotografía = BOOSTIAO